A veces nos sentimos superiores... más espirituales... y nos auto-justificamos... Tengamos cuidado! "3 Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; 4 no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros." (Filipenses 2:3-4)
Condescendiente, significa sentirse superior, ser desdeñoso. Es posible que en algún momento dado, haya proyectado una imagen de superioridad o de desdeño. Por ello, pido perdón. ¿Qué quiero decir? Cuando acusamos a otros de lo que nosotros tal vez somos tan o igual de culpables. Y hablamos en forma "exclusiva": "Ustedes esto..." "Ustedes aquello..." "Porque ustedes para aquí..." "Porque ustedes para allá..." "Que ustedes no hacen esto..." "Que ustedes no hacen esto otro..." Debemos considerarnos a nosotros mismos. Cuando estimulamos, exhortamos o corregimos, debemos tratar de considerarnos a nosotros mismo, no sea que seamos tentados al igual que aquellos que llamamos a cuenta. (Gálatas 6:1-2) Asegurémonos pues que cuando hablemos o exhortemos, nos consideremos parte de lo que deseamos comunicar. Creo que Pablo nos da una lección digna de emular: 3 Porque NUESTRA EXHORTACION no procedió de error ni de impureza, ni fue por engaño, 4 sino que según FUIMOS APROBADOS por Dios para que se nos confiase el evangelio, ASI HABLAMOS; no como para agradar a los hombres, sino a Dios, que prueba NUESTROS corazones. 5 Porque nunca usamos de palabras lisonjeras, como sabéis, ni encubrimos avaricia; Dios es testigo; 6 ni BUSCAMOS gloria de los hombres; ni de vosotros, ni de otros, aunque PODIAMOS seros carga como apóstoles de Cristo." (1 Tesalonicenses 2:3-6) Vemos que el Apóstol no habla como alguien superior a su audiencia, sino como alguien que también experimenta los mismos padecimientos, tentaciones, debilidades, problemas, retos, situaciones, pruebas, etc. Así que recordemos, al utilizar la espada del Espíritu, la Palabra de Dios, también llevemos con nosotros la Palabra de Consolación y de Sanidad. "La humildad es el fertilizante del terreno de nuestro corazón, en el cual preparamos un hogar donde Cristo pueda vivir."