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¡Gracias Pastor Ortiz!

Quisiera compartir este pensamiento, en línea con una publicación de nuestro hermano y amigo, el PastorCarlos Ortiz, acerca de la a veces brutal forma en que los pastores son tratados y cómo ese trato afecta a los hijos de los pastores. Estoy seguro que al igual que este humilde servidor de ustedes, muchos compañeros y compañeras en el santo ministerio, hemos tenido que enfrentar tales ataques, muchos de los cuales han sido injustos infundados, aunque tal vez algunos nos los hemos buscados. Aun así no ha sido y no es fácil. ¡Cuántas veces hemos tenido que proteger a nuestros dos hijos, consolándolos, confortándolos, protegiéndoles y levantando sus ánimos para evitar, el que por algún motivo esos ataques, traiciones, o injusticias les afecten a ellos en sus vidas espirituales. ¿Cómo lograr que amen a Dios primeramente, que amen el ministerio y que respondan al llamado que Dios les ha hecho a ellos como hijos de El? ¡Precisamente! Parte del enfoque, principalmente estriba, en que los dirijamos hacia Dios y no enfocarlos en nosotros como padres o como pastores. Desde muy pequeños, en situaciones que nuestros hijos no entendían les decíamos: "Hijos, ustedes aparte de ser hijos de papá y mamá, y de ser hijos de pastores, son hijos de Dios y como hijos de Dios, vamos a ser perseguidos, rechazados, vituperados, maltratados y hasta traicionados. Dios es el que nos cubre. Claro hijos, si papá y mamá como pastores pecamos y le fallamos a Dios, eso no solo causa dolor al corazón de Dios, sino que también afecta a nuestra familia y a nuestros hermanos en la fe. Es por ello, que como familia debemos orar para vivir vidas que agraden a Dios." En otros momentos, simplemente aprovechábamos el momento para juntos como familia adorar, darle gracias a Dios y llorar juntos, llevándolos a ellos a la misma presencia de Dios en oración, humillación y aun hacia el perdón de aquellos que hacían daño. La idea era desenfocarlos de esas personas que nos atacaban, y desenfocarlos de nosotros, para enfocarlos en Dios. La idea era llevarlos a reconocer que nuestra lucha "NUNCA" es contra carne y sangre, no es contra las personas, sino contra las fuerzas del maligno. Y en última instancia, y principalmente, es asunto de permitirle a Dios obrar en el corazón de nuestros hijos, de animarlos a la fe, al amor y a las buenas obras. De aprender a amar y a perdonar a los que nos ofenden y nos maltratan, y de aprender a pedir perdón y disculpas cuando equivocadamente herimos a alguien con palabras, acciones o actitudes, pues el hecho de ser pastores no nos hace perfectos y el hecho de que nuestros hijos sean hijos de pastores, tampoco los hace inmunes a las adversidades de la vida. Todos fallamos, los pastores fallan, las congregaciones fallan, nuestros hijos fallan, y cuando son juzgados por "ser hijos de pastores" se resienten y se duelen como cualquier ser humano. Como bien dice nuestro gran amigo y hermano PastorCarlos Ortiz, hay muchos hijos de pastores alejados de Dios, apartados, heridos, lastimados y hasta confundidos, pensando que la iglesia y Dios le hicieron daño a sus padres. Pero cuán importante, cuán necesario y cuan urgente es que aquellos que somos padres, protejamos a toda costa a nuestros hijos, guardando su vulnerabilidad y manteniéndolos bajo la protección y el cuidado de Dios. No es fácil, pero no es imposible. Pero cuán importante es que la iglesia en general entienda que por ser familias pastorales, no solo los padres van a ser atacados, mal interpretados, acusados, y acosados, también nuestros hijos pasarán por ese trago amargo de ver cómo sus padres luchan, sufren, lloran, se duelen, etc. Pero cuán importante es levantarse, animarse, y refugiarse en Dios para que nuestros hijos vean que nuestro refugio es el Dios de Jacob! Hoy, por la gracia y misericordia de Dios, nuestro hijo mayor es un hombre y nuestra hija es toda una mujer, ambos siervos de Cristo por su gracia. Y mi oración es no solo que Dios los mantenga salvos y santos en Cristo, sino el que ellos puedan tener y mantener una estrecha relación con Cristo. En el ministerio no hay garantías. La salvación no se hereda, pero sí podemos trasmitir suficiente fe para que nuestros hijos mantenga una relación personal con Dios.

5 trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también.” (2 Timoteo 1:5) ¡QUE DIOS NOS AYUDE, NOS DIRIJA Y NOS GUARDE para guiar a nuestros hijos bajo la cubierta de Dios; y que los proteja aun de nosotros mismos... de nuestros propios errores! "¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos." (Salmo 19:12)


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