"Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes." 1 Tesalonicenses 2:13
Muchas veces vamos a un restaurante y encontramos esa comida riquísima en sabor, en gusto, en apariencia, en condimentación, etc. y decimos: "Tremenda comida." "Sabrosa comida," etc. O nos preparamos para una comida, como Acción de Gracias o en Navidad, por ser una comida "especial", damos toda clase de elogios a UNA sola comida, o a esa sola ocasión y a veces es costosa, además de sabrosa. Pero ocurre algo que pasa inadvertido, nos olvidamos de la comida diaria que recibimos con tanto esfuerzo en nuestros hogares. Del esfuerzo de esa esposa o de esa madre, de cada día confeccionar lo mejor de su repertorio culinario para mantener la familia, para alimentar a la familia, para nutrir a la familia. Sin embargo no se oyen muchos elogios, ni se dan muchos reconocimientos ni se reconoce el esfuerzo de esa esposa, madre, esposo o hijo quien cocina diariamente para nutrir a su familia. La Biblia reconoce la labor cotidiana de esa mujer o persona virtuosa... "Se levanta aun de noche y da comida a su familia y ración a sus criadas." (Proverbios 31:15) Es aliciente al corazón de esa esposa o esposo que tratan con tanto esfuerzo, no solo de proveer para que haya alimento en el hogar, sino de que se confeccione diariamente la nutrición, alimentación y cuidado de la familia. Mateo 24:45 "45 ¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a tiempo?" ¿Pero quieren saber algo? Así sucede también en lo espiritual. Vamos a un culto especial, a una campaña, o escuchamos un gran mensaje por la radio o por la televisión de un gran reconocido predicador y somos impactados por el gran sabor espiritual, por la magnifica y sólida exposición bíblica y por la acertada presentación Escritural de un poderoso mensaje. Y hablamos y elogiamos tal mensaje por meses, por años, o elogiamos y admiramos grandemente a ese "gran predicador." Que lo único que hizo fue darte un solo mensaje o un mensaje especial. Pero entonces nos olvidamos de la recurrente comida y alimentación espiritual que con esfuerzo nos brinda Dios en nuestras congregaciones con nuestros pastores y líderes del hogar espiritual donde nos congregamos semana tras semana. Nos olvidamos del esfuerzo de ese pastor o maestro que semana tras semana, estudio tras estudio, mensaje tras mensaje, tratan de preparar lo mejor de su mensaje o enseñanza para alimentar al rebaño de Dios, para mantener a aquellos que están bajo su cuidado, y para nutrir el alma de los que regularmente asisten a recibir el pan espiritual de Dios. Muchos no aprecian, no honran y no le dan el debido reconocimiento a ese maestro de Escuela Bíblica, a ese hermano o hermana que nos brinda ese nutrido estudio Bíblico y mucho menos a ese pastor o pastora que con su esfuerzo, oración y dedicación al estudio de la Palabra se presenta semana tras semana, o se encarga de responsabilizar a alguien, para traer el alimento que el rebaño de Dios necesita. ¿Acaso es asunto de estar elogiando a esas personas? No necesariamente, es asunto de apreciar, alabar y honrar a Dios, porque hay hombres y mujeres de Dios dedicados a prepararse para que haya alimento en la casa de Dios. No es asunto de buscar elogios, es asunto de que hayan frutos. "17 No es que busque dádivas, sino que busco fruto que abunde en vuestra cuenta." (Filipenses 4:17) 2 Timoteo 4:1-3 "4 Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, 2 que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. 3 Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina..."